6 de septiembre de 2011

Junto con él Viento.

Suspiró con cansancio y oprimió el interruptor de la luz, la habitación se sumió en la oscuridad y el aire frío que entraba por la ventana junto a su escritorio pareció más gélido que nunca. 
Cerró los ojos con cansancio y apoyó su cabeza contra la dura madera del escritorio moviendo con sus manos los papeles, los envases de medicinas y los lápices y bolígrafos en búsqueda de un mayor espacio y comodidad. No tenia ni la más mínima intención de levantarse y dirigirse hacia su cama para poder dormir, estaba demasiado cansado tanto física como mental y emocionalmente. Solo deseaba sumergirse en los sueños, dejar ir su mente mas allá de los problemas, despejarse de la realidad y no tener que pensar en absolutamente nada. 
Escucho los pasos de su madre por el pasillo, alzo los ojos con esfuerzo y vio la hora que marcaba el reloj con letras de color rojo vivo “12:00 p.m.”, soltó el aire con fuerza y apoyó las palmas de sus manos sobre la mesa, impulsando su cuerpo y obligándose a levantarse y caminar hasta la cama. No quería que su madre lo encuentre durmiendo sobre el escritorio, no quería reproches, ni quejas, ni suplicas... No quería ver su mirada de dolor, de culpa, de tristeza. 
 Apoyo su cabeza contra la almohada y su cabello negro tejió una telaraña sobre el color blanco, cerró su mano en un puño sobre la sabana y sintió las lágrimas inundar sus ojos con fuerza, en su mente las palabras que había escrito hace poco hacían eco. 
 “Me gustaría poder mirarte a la cara, me gustaría poder ver la expresión de tu rostro al enterarte de lo que sucede, me gustaría poder enfrentarte, tomar aire y sacar valor de donde no lo tengo para decirte que no hay vuelta atrás, que es algo que he decidido y no puedes hacer nada ya… Me gustaría escuchar palabras de orgullo, de amor y apoyo… Pero se que no lo hare, soy demasiado cobarde como para enfrentar la mirada de enojo, de tristeza, de incertidumbre, de sorpresa… De decepción y dolor. 
Tengo 17 años y cometí el peor error de mi vida al creer que era mayor, al pensar que era invencible, me equivoque al pensar que podía encontrar una salida, que podía volver a mirarme al espejo sin encontrar algún problema, que podía volver a mirarte a la cara sin poder sentir dolor… Pero ni el sol ni la luna pueden taparse con un solo dedo y lo aprendí de la peor manera posible. 
Tania, hermanita… ¿Podrías perdonarme? ¿Podrías mirarme por quien soy y he sido toda mi vida? ¿Podrías no mirarles con culpa al saber la verdad? ¿Podrás hacerlo? ¿Es mucho pedir acaso? Tengo 17 años y se que no tengo más tiempo, es precisamente por eso que escribo esto… 
Es la manera que tengo de darte mi adiós, de transmitirte mi amor, de hacer que entiendas que este soy yo, el verdadero yo.” 
Escucho el pomo de su puerta girarse, escucho los pasos cuidadosos sobre el suelo de su habitación, escucho la respiración pesada y las manos delicadas y femeninas alzando las sabanas, sintió el pequeño y suave cuerpo junto al suyo en búsqueda de calor y protección, en búsqueda de la seguridad que solo el podía darle. Se mordió el labio con fuerza, dejando una profunda marca… Se preparó para ocupar el papel que delante de su hermana debía actuar. 
“Eres lo mejor que me ha pasado, Tania. Desde el primer momento en que te tuve junto a mi, tan pequeña como una muñeca de porcelana durmiendo a mi lado mientras yo con brazos delgados y temblorosos te rodeaba en un abrazo. 
Han pasado 14 años, Tania, y aún sigo creyendo que debo correr detrás de ti, por si te caes o lastimas para poder sanar tus heridas. Toda mi vida te he cargado sobre mis hombros, he buscado tu risa y tu alegría, he secado tus lágrimas y he llorado contigo para acompañarte… Toda mi vida, Tania… Eres toda mi vida. 
Mamá siempre ha dicho que debo cuidar de ti porque tú eres la única persona que me amara tal y como soy, que me brindara la mano cuando lo necesite, que luchara hombro con hombro a mi lado, que con una sonrisa me sanará las heridas del alma… Porque son los hermanos las verdaderas personas que marcan a alguien, porque son los hermanos quienes están incondicionalmente, porque son los hermanos quienes se asesinan en silencio en una pelea, porque son los hermanos quienes se cuidan entre si… Quienes se aman desde la cuna. 
Y es por eso que quiero que entiendas lo siguiente: ¡Jamás cambiaria nada de mi vida! ¡Ningún momento, ningún segundo, ninguna palabra ni emoción! Estoy feliz con todo lo que he logrado en mis 17 años, con ser el mejor estudiante, con ser un buen deportista, con ser un buen hijo… Con ser un buen hermano mayor. Y es que es ha sido la mayor bendición de todas, Tania. 
 Aunque discutamos, aunque te sobreproteja y no te deje ir con la libertad que deseas, aunque te tome de la mano en la calle por miedo a perderte de vista, aún cuando tu ya eres una adolescente que sabe cuidarse, ser tu hermano es un regalo, no una carga. Jamás voy a abandonarte, jamás voy a dejarte ni a olvidarte, estas aquí, dentro de mi corazón… Y espero, yo este en el tuyo siempre, aún cuando no pueda darte mi mano, aún cuando no te abrace o te deje llorar en mi hombro, mi alma y mi ser jamás dejaran de ser tu sombra, como toda la vida lo he sido.” 
Paso su brazo sobre los hombros de su hermana, atrayendo el cuerpo de ella hacia el suyo, enterró su nariz en su negro cabello y aspiro el aroma a frambuesa de este, sintió a su hermana abrazarse a su espalda en busca de seguridad y él con una sonrisa afianzo el abrazo sobre ella, él solo deseaba dejar el miedo atrás. 
“Estoy orgulloso de ti, de todo lo que en 14 años has logrado, de la mujer en la que te estas convirtiendo, del futuro que te espera y del pasado que te precede. 
Estoy orgullos de quien eres, de la chica insegura que me pregunta si es fea, de la niña que corre detrás de mí después de una broma, de quien me abraza con fuerza cuando necesita apoyo, de quien se mete en mi cama en busca de consuelo para sus miedos… No puedo estar mas orgulloso y ten por seguro que jamás me vas a decepcionar, porque tu estas ahí, en ese altar que nadie puede ni ver ni tocar. 
Y es por eso es que me duele escribir estas palabras, es por eso que he escrito esta carta 15 veces, es por el simple hecho del miedo que me provoca que me olvides, que me entierres bajo capas de experiencias vividas, que me relegues a un rincón como tus viejas muñecas, se que no estaría para verlo pero aún así, pensarlo duele. 
Perdóname, perdóname por no habértelo dicho, por haberte ocultado una sola cosa en la vida y que esa sea la de que me estoy muriendo… Perdóname por negarme seguir con las quimioterapias, con el tratamiento que me estaba haciendo más daño que la misma enfermedad, por no querer que lo notarás, no me culpes por querer creer que podría lograrlo solo, perdóname por creer que tu sonrisa bastaría, perdóname… Porque si tu me perdonas, entonces ya todo estará bien… Ocultártelo no fue fácil, para ninguno, ni para mamá y papá ni para mí… Pero es algo que deseaba superar, algo que debía demostrarme que podía y el problema es que no pude… Ha sido la única batalla que he perdido en mi vida y aún así… No me arrepiento de librarla y perderla.” 
Cerró los ojos y se permitió dormir con más calma, después de todo… No había de que preocuparse, pensó durante un segundo en el sobre color blanco que descansaba sobre su escritorio con el nombre de su hermana escrito en el reverso, pensó en lo poco que faltaba para que ella lo leyese, en lo poco que faltaba para que él ya no pudiera abrazarla… Pensó en eso y aun así, junto con el miedo, sintió calma. 
“Solo te pido que durante toda tu vida me tengas presente, en todos los momentos, en los malos, en los buenos, en los importantes, en los irrelevantes… 
Cuando tengas un novio, cuando te des cuenta que es él indicado, cuando tengas el anillo en tu dedo y cuando vistas de blanco… Incluso antes de cerrar para siempre tus ojos, tenme siempre presente… Yo jamás te borre de mi pensamiento. Perdóname, Tania, por no querer preocuparte, por no querer asustarte y por querer seguir siendo el héroe que tu creías que era. 
Perdón por decepcionarte, por abandonarte, por dejar de luchar y por no haberte demostrado más lo importante que eres para mí. 
Te Amo.” 
Para cuando Tania abrió los ojos el cuerpo de su hermano ya no tenía calor, el cuerpo de su hermano ya no la abrazaba con fuerza, el cuerpo de su hermano estaba vació de todo. Para cuando Tania gritó, lloró y rogó porque no se fuera, el sobre con la carta que la noche anterior su hermano habría escrito, re escrito y vuelto a escribir ya volaba por los aires, a la par del viento helado que durante toda la noche entró al cuarto y se llevo de a poco la esencia faltante. 
 Para cuando Tania acepto que no volvería a verlo, ya era muy tarde, el dolor, la culpa y el sentimiento de traición ya estaba demasiado arraigado, pero el amor seguía siendo aún más fuerte… Solo que, ella jamás lo supo, la carta se perdió por los caminos de la ciudad, volando a la par de las ilusiones perdidas y los sueños rotos y Tania jamás pudo leer lo que su hermano tenia para decirle. Ojalá lo hubiera hecho, ojalá él no la hubiera tenido que escribir, ojalá no se hubiera ido con el viento él también.

(...)

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